ç

EL RELOJ DE LA VILLA, por el Grupo de Investigación de Moya

Se trata de un reloj de péndulo de incierta antigüedad, estimada no obstante en unos 300 años. La única referencia encontrada data de 1752: "Sacristanes. Francisco Martínez, por regir el Reloj de Villa, 100 Rs", dato obtenido por Gerardo González García del Libro Maestro de Seglares de Moya, que es la respuesta general al cuestionario del Catastro de Ensenada. Véase págs. 102 y 105 de "Moya", manuscrito de 1889, Archivo Diocesano de Cuenca.

Construido en hierro forjado (foto 1) , con cojinetes de bronce y tambores de madera de pino, está montado en estructura de jaula, aguantada por cuatro pies derechos unidos por cuatro barras, y cerrada por columnas, con tuercas como elemento de fijación. Los ejes de la maquinaria van alojados (pivotan) en cojinetes o casquillos embutidos en caliente en pletinas soporte verticales, o platinas, sujetas a la estructura por medio de cáncamos en su extremo superior, y apoyadas en topes de botón por el extremo inferior, rematado en forma de horquilla.

En conjunto, toda la estructura da gran sensación de solidez, con detalles funcionales y constructivos ejecutados para durar siempre, circunstancia que nos remite a la gran tradición gremial iniciada en el Bajo Medievo y consolidada en el siglo XVIII, pudiendo afirmar que las imperfecciones del sistema son debidas, más al desgaste secular y envejecimiento, que a fallos estructurales y de proyecto, lo que demuestra alguna anomalía aislada como la evidente deformación de la jaula, que se manifiesta en la elevación prominente de los pies derechos 2 y 4 en detrimento de los pies 1 y 3, cuya causa no nos atrevemos a establecer.

Teniendo en cuenta su antigüedad, podemos decir que el estado de conservación es satisfactorio, debido en parte a la calidad de los materiales, en parte a la sencillez del sistema, y a las buenas condiciones ambientales, con muy bajos índices de humedad, pudiendo haber influido en su escaso deterioro casi exclusivamente los cambios de temperatura estacionales, que estimamos entre +30 y -10 grados centígrados de promedio, lo que no parece suficiente para producir una fatiga térmica apreciable. A ello deberíamos añadir la eventual intervención humana, debida al fácil acceso al recinto, ya que la villa está deshabitada desde los años cuarenta. De hecho, la limpieza previa a su restauración definitiva a que ha sido sometido el reloj se ha limitado a la eliminación de una delgada capa de óxido, y restos de grasa animal, que era utilizada tanto de lubricante como de protección, apreciándose que el engrase directo de las engargantaduras ha contribuido al desgaste de los dientes por acumulación de polvo, presentando diversos grados, que alcanza elevados valores en las ruedas frontales de tambor, que reciben directamente el esfuerzo del remontaje, y en las que encontramos huecos de 1,5 veces el grosor de los dientes, además de rebabas muy visibles, lo que, si no se remedia por reposición, va a impedir el cálculo y construcción de piñones de alas para la cuerda, debiendo recurrir a la instalación de piñones de linterna, o de jaula, que por otra parte resultan más propios de este tipo de rodajes por su edad y características, como confirma el engranaje del venterol, argumento reforzado por el hallazgo de dicho tipo de transmisión en otro reloj de muy similares trazas y construcción, quizá del mismo origen, como es el reloj del campanario de la catedral de Albarracín, aunque de factura más reciente. Hay que decir que el uso y construcción de este tipo de engranajes reporta más problemas.

Esquema


Descripción

A grandes rasgos, la máquina se divide en dos partes: el registro del curso, y el registro de las horas, a las que vamos a llamar en adelante elemento o rodaje A, y B, respectivamente. Hay que añadir el control de sonería, (foto 2), situado al centro y no indicado en el esquema para no complicar la figura, que engloba también el remontaje, en la actualidad parcialmente inexistente, habiéndose perdido también el sistema de control de A, compuesto de péndola, horquilla, áncora y rueda de escape con su eje y piñón, elementos todos que habrán de ser repuestos. No hay esfera ni sistema de horas. En todo cuanto digamos, consideramos parte frontal la correspondiente al bastidor de remontaje.

El rodaje B, de sonería, se compone de tambor con cilindro macizo de madera. La rueda frontal engrana directamente con la rueda remontadora. La rueda posterior, o barrilete, a la que llamamos rueda 1ª, o imperial, lleva incorporada una rochette, o trinquete, y porta frontalmente una corona aguantada por 14 pernos con virotillo, llamados tocadores, de unos 30 m/m, que accionan la uña, o gatillo del brazo de transmisión del martillo de campana, y mueve a la rueda 2ª a través de un piñón de 12 alas. Posee esta rueda, llamada rueda de tope, en la parte posterior, dos sectores circulares opuestos de unos 30 m/m de anchura y 150º de amplitud cada uno, que constituyen el rodete, cuya función es bloquear el sistema de sonería cuando el brazo del trinquete 1, o ariete, al que luego aludiremos, hace tope en cualquiera de sus bordes. Uno de estos sectores presenta aparente rotura, y falta un tramo de unos 100 m/m. Procede su reposición después de un examen detenido de la sincronicidad. En posición intermedia, el eje de esta rueda porta un tornillo sinfín de dientes rectos y dos vueltas de filete que mueve la rueda contadera a través de sus almenas, in tempore oportuno. Mueve asimismo esta rueda un venterol (foto 3) engranado con piñón de 4 linternas y provisto de una uña de 150 m/m de longitud aproximada, en posición radial al eje, que sirve de sistema de seguridad junto con el gancho del eje 2 del control de sonería, del cual hablaremos a continuación. El eje del tambor B presenta un ligero desnivel producido, en parte por el desigual desgaste de los cojinetes de uno y otro lado, en parte por la deformación de la estructura, ya aludida, y en parte por defecto de ensamblaje en origen. Puede ser corregido rellenando los orificios con tocho de bronce, y practicando luego el perforado a la altura correspondiente, aunque de ello resulte una cierta excentricidad del embuchonado.

En la parte central hay un juego de tres ejes transversales por el siguiente orden (foto 2): arriba, el eje 1, con trinquete de rueda contadera, o contador, y brazo retén de cabeza de carnero, el ariete o detenedor, que interrumpe el movimiento del rodaje de sonería cuando actúa, oponiéndose al giro de la rueda 2ª al establecer contacto con uno cualquiera de los sectores circulares al efecto, que forman el llamado rodete. En medio, el eje 2, que porta un brazo curvo accionado en su extremo por cada una de las cuatro levas horarias solidarias al eje del barrilete A, siendo esta la vía de transmisión entre el rodaje A, y el rodaje B, no existiendo esfera o muestra, debiendo decir que el sistema da horas, y medias, a través de estas levas, caladas a 90º. En su lado opuesto, el brazo a que estamos aludiendo porta una uña que levanta el ariete y permite el giro del eje 1, desclavando el rodaje de sonería. Lleva además un gancho en forma de U que, al entrar en contacto con la uña del eje del venterol, detiene el sistema ante la eventualidad de que el rodaje A se detuviera en mitad del proceso, lo que puede suceder por diversas causas, la más probable de las cuales sería la detención de la péndola, y por ende, del reloj, debido por ejemplo a la acción de un pájaro (cigüeña, paloma, etc), de los que en su día debía estar la villa hermosamente concurrida, con lo que, de no estar dispuesto así, se dispararía el sistema de sonería y, sin posible control excepto la escasa retención debida al venterol, bajaría la pesa en caída libre con el consiguiente peligro. Es útil este brazo también, obviamente, para provocar la detención voluntaria del rodaje, lo que debía conocer muy bien Francisco Martínez, sacristán y regidor del reloj, a mediados del siglo XVIII, y utilizar oportunamente al tiempo de engrasar la maquinaria, por ejemplo.

Abajo, el eje 3, que porta el brazo de accionamiento del martillo de campana, movido por los tocadores de la corona circular de la rueda 1ª al percutir sobre su extremo opuesto, en forma de uña, o gatillo.

Intercalada con este grupo de ejes, se halla la plataforma que soporta la rueda contadera (foto 4), dispuesta horizontalmente, que engrana con el sinfín de la rueda 2ª a través de almenas exteriores. Este soporte viene fijado a las platinas por medio de alojamiento cuadrado y tuercas. Ninguno de los ejes del control de sonería pivota sobre cojinetes, excepto el brazo-mando del martillo de campana.


Dimensiones y estado

Pie nº 1 1318 x 45 x 22 m/m buen estado
Pie nº 2 1325 x 45 x 22 m/m buen estado
Pie nº 3 1325 x 45 x 22 m/m buen estado
Pie nº 4 1310 x 45 x 22 m/m buen estado

Barra soporte nº 1 1223 x 45 x 14 m/m buen estado
Barra soporte nº 2 1222 x 45 x 22 m/m buen estado
Barra soporte nº 3 1222 x 45 x 22 m/m buen estado
Barra soporte nº 4 1220 x 45 x 22 m/m buen estado

Columnas: Todas, 460 m/m, a lo que hay que añadir la longitud de los vástagos roscados por ambos extremos, unos 140 m/m.

Todo unido por medio de cáncamos de rosca no estándar de 16 m/m de diámetro, excepto las columnas y la plataforma de rueda contadera, que van provistas de apéndices roscados y se fijan con tuercas cuadradas.

Las dimensiones interiores de la jaula son 1,158 x 0,48 M.

A la barra soporte nº 1 va adosada una escuadra, destinada evidentemente a soportar la péndola, y consiste en una pletina de 93 x 15 m/m en forma de zig-zag recto de brazos desiguales de 152 m/m y 128 m/m mas un remate vertical que se eleva 245 m/m sobre la barra soporte. Va provista en su extremo de dos orejetas situadas a 40 m/m de distancia, la superior provista de orificio, la inferior partida, constituyendo estas el punto de suspensión de la péndola, inexistente, que debía ir alojada en un cáncamo al efecto. Esta pieza necesita ser enderezada en caliente por falta de verticalidad, como es evidente. Su forma sesgada permite el movimiento de la horquilla, que es la pieza de transmisión áncora-péndola, y que habrá de ser incorporada en su momento en unión del resto del sistema de regulación.

Rodaje A. (Foto 5, izq.)

Tambor de 480 m/m de circunferencia y de 303 m/m de longitud. Madera de pino. Estado aceptable, si bien se le supone considerable desgaste, lo que arroja frecuencias de remontaje anormales.

Rueda 1ª: diámetro 630 m/m, 64 dientes, estado regular.

Piñón de 8 alas, diámetro 80 m/m, gran desgaste, necesita relleno de dientes, o recambio.

Rueda 2ª: diámetro 458 m/m, 72 dientes, estado regular. Fijada a un tramo de sección cuadrada del eje del tambor, en su parte posterior, va una corona de cuatro levas horarias, a modo de cuernos que accionan la sonería. El eje remata en sección cuadrada para permitir el remontaje, caso de avería en los piñones frontales, y por exigencias del arrastre.

Rodaje B. (foto 5, der.)

Tambor de 490 m/m de circunferencia y 300 m/m de longitud. Madera de pino. Estado aceptable, si bien se le supone considerable desgaste, lo que arroja frecuencias de remontaje anormales.

Rueda 2ª: diámetro 455 m/m, 73 dientes, estado regular. Llama la atención el número 73, completamente inusual, véase P.F. del Rio, "Arte de Reloxes de Ruedas", Santiago de Compostela, 1759, Tomo I, pág. 301 y ss., cálculo del registro de horas. Nosotros hemos supuesto que no afecta los períodos de repique, teniendo en cuenta que la transmisión se efectúa por sinfín, dándose la circunstancia, por otra parte, que el número de tocadores es parte alíquota de 84, número de dientes de la rueda 1ª, condición que parece imprescindible, según el sistema de cálculo empleado por Del Río, pág. 302. No merece la pena extenderse en esta cuestión, por ahora, en la certeza que el reloj funcionaba así, y así hemos de procurar que funcione.

Piñón de 4 linternas, eje y venterol con rochette en muy mal estado. Aconsejamos rehacer (foto 3).

Las ruedas primeras de ambos rodajes portan rochette, o trinquete, que permite el remontaje sin invertir el sentido de giro de la maquinaria, con dientes de retención muy desgastados, y resortes de ballesta viciados. Aunque todavía podrían soportar un uso discreto, aconsejamos rehacer debido a su importante función, basada en normas de seguridad elementales.

Control de sonería. (foto 2)

Eje 1: Trinquete de rueda contadera, o contador, R de giro 400 m/m. Buen estado.

Eje 2: Brazo de transmisión, R de giro 400 m/m. Buen estado. Uña de empuje o gatillo, R de giro 60 m/m. Excesivo desgaste, que debe ser corregido. Barra de seguridad, R de giro, 330 m/m. B/e.

Eje 3: Brazo de transmisión, R de giro 335 m/m. Es postizo, y se fija por pasador. Buen estado. Plataforma soporte de la rueda contadera: eje de giro moderadamente desgastado.

Rueda contadera: diámetro 315 m/m, 45 almenas exteriores, y 11 mortajas interiores, calibradas. Cojinete desgastado.

Remontaje (foto 6)

Se efectúan a través de las ruedas frontales, de tambor, que reciben el esfuerzo de remontaje de unos piñones alojados en el bastidor de cruceta, desaparecidos.

Rueda A: Diámetro 448 m/m, 45 dientes. Muy desgastada, necesita relleno, o renovación.

Piñón A: Diámetro 95 m/m, desaparecido. Distancia entre ejes, 250 m/m. Proponemos, si no se renueva la rueda conducida, y debido a su excesivo desgaste, instalar uno de jaula que debería ser de 12 linternas, lo que produciría en todo momento un contacto de 5 dientes llenos, o huecos llenos, si se prefiere, y 2/3 de otro, quedando para el restaurador la decisión final. Como es preceptivo, el eje ha de presentar una toma de cuadradillo para enganchar la manivela de remontaje.

Rueda B: Diámetro 370 m/m, 36 dientes. Muy desgastada, necesita relleno o renovación.

Piñón B: Diámetro 95 m/m, desaparecido. Distancia entre ejes, 220 m/m. Proponemos instalar uno de jaula si no se renueva la rueda conducida, debido a su excesivo desgaste. Debería ser de 10 linternas, lo que produciría en todo momento un contacto de 4 dientes llenos y la mitad del quinto, o bien una jaula de 12 linternas, obteniéndose un contacto de 5 dientes llenos y 2/3 de otro vacío, quedando para el restaurador la decisión final. Es preceptivo igualmente la disposición de un apéndice de cuadradillo en el eje para la toma de fuerza de la manivela.

Todas las ruedas de la máquina son del tipo de calce, con cubo y cuatro radios enterizos, ensamblados por calda, pudiendo afirmarse, como era de esperar, que es un buen trabajo.

Elementos de escape y regulación

La falta de estas partes esenciales del reloj nos ha obligado a proceder, no sólo a su cálculo, sino a la búsqueda de otro similar que fuera para nosotros una guía suficientemente fiable en cuanto a su clase y disposición general de elementos, proceso que dio feliz término en el campanario de la catedral de Albarracín, cuyo reloj, de construcción más reciente y mayores proporciones, da la clara impresión de ser de la misma procedencia artesanal que el reloj de la torre de la iglesia de Santa María de Moya. No ha sido posible hasta la fecha una investigación en regla que nos permita comprobar otros aspectos de esta magnífica máquina.

Para el cálculo, hemos procedido de la siguiente manera:

Péndulo: A tenor de la altura sobre el suelo del centro de suspensión, creemos firmemente que ha de tratarse de un péndulo de segundos, lo que arroja directamente una longitud de 994 m/m, y frecuencia de 3600 oscilaciones/hora.

Rueda de escape: Partiendo de la fórmula clásica.


 Móviles inductores x 2 
Nº de oscilaciones hora = 
    Móviles inducidos    


hemos obtenido los siguientes resultados:

A - Eje movido por piñón de 4 dientes, rueda de escape de 12,5 dientes: absurdo.

B - Eje movido por piñón de 6 dientes, rueda de escape de 18,75 dientes: absurdo.

C - Piñón de 8 dientes, rueda de escape de 25 dientes.

Dan también números fraccionarios los piñones de 5, 7, 9 y 11 dientes. Hay que decir que, según sana costumbre relojera, sólo debería ponerse aquí un piñón que fuera parte alíquota de la rueda 2ª, que es, como sabemos, de 72 dientes. Ello obliga a ensayar también el piñón de 12 dientes que, puede comprobarse, arroja el valor absurdo de 37,5 para la rueda contadera o catalina.

Así pues, es el piñón de ocho alas el que debemos instalar, quedando al arbitrio del restaurador colocar aquí uno de alas, o tímpano, o bien de jaula. En cualquier caso obtendríamos una capacidad de arrastre suficiente al tener en todo momento y según tablas, tres dientes llenos y dos a 2/3.

Este resultado nos dice que la rueda de escape ha de ser de 25 dientes, que corresponde a catalinas comunes y a catalinas de péndula larga en relojes de torre, véase del Rio, tomo I, pág. 25. El reloj de Albarracín está provisto de una rueda de 30 dientes, correspondiente a relojes de cuerda de mes y ocho días, según el mismo tratado.

Guiados por sus características y la memoria del vecino de Moya D. Ezequiel Vicente Cabañas, hijo del herrero que reparó la máquina por última vez y conocía suficientemente la pieza en cuestión, creemos ha de ser del tipo de dientes triangulares inclinados, de flanco recto (foto 7), siendo el áncora la de un escape de retroceso clásico, de uñas asimétricas, correspondiendo la función de impulso, como es preceptivo, a la paletilla o brazo más pronunciado, llamada guión, teniendo la precaución de colocar la rueda con la inclinación de los dientes orientada en el sentido de giro. El diámetro de la catalina queda a la estima del restaurador, viniendo limitado superiormente, como es obvio, por la distancia al eje contiguo, e inferiormente, al brazo de arrastre mínimo necesario para conseguir el impulso suficiente que, a través de la horquilla, se transmite a la péndola. Queda la horquilla sujeta a las exigencias del sistema, siendo en general una buena longitud, o brazo de arrastre, 1/3 de la longitud del péndulo, contada a partir del punto de suspensión.

El áncora de escape o luneta ha de ir fijada al eje por medio de tuerca y contratuerca para facilitar el ajuste y equilibrado de la oscilación del péndulo, que también puede efectuarse regulando la distancia o encuentro del áncora y la rueda de escape, lo que se llama en términos de relojería "cierre del escape". Al efecto, la pletina soporte frontal, en la cual pivotan los dos ejes del escape (áncora, y rueda de escape), remata en forma de V, lo que va a permitir, por medio de un sistema de regulación simple que debe ser estudiado, el ajuste fino de la marcha del reloj. Queda, además, el ajuste debido a la lenteja del péndulo que, como es sabido, afecta directamente a la variable longitud en la ecuación galileana del péndulo. Al respecto, suponemos probable que la barra de péndola fuera de madera, lo que permitiría, por un lado, evitar el efecto pernicioso de la dilatación, y por otro, aumentar el poder regulador de la lenteja al obtener un centro de gravedad del sistema más bajo, y variaciones del momento de giro más grandes con menores desplazamientos de la lenteja, o bola, sin olvidar la importancia del peso de esta pieza esencial, que según Del Rio, pág. 298 del tomo I, ha de ser de 30 onzas (unos 900 gramos).

Es necesario cambiar todos los cojinetes, así como encasquillar debidamente todos los ejes, procurando reemplazar el menor número de piezas y tratando de salvar todas las posibles sin perder de vista, eso si, que podemos recuperar su  pleno funcionamiento, y aún superar sus buenas y antiguas cualidades.

Sugerimos la utilización de bronce de calidad superior, FRANJA VERDE, vulgarmente llamado "Tres cincos" para los cojinetes; y para los casquillos de eje, acero industrial del tipo F-125 o similar, siendo estos datos orientativos, aunque bien podrían ser aceptados como norma. Nunca acero inoxidable u otros materiales de aplicación impropia en máquinas de este tipo y antigüedad.

Se conservan las pesas, o motor, de piedra y argolla, que esperamos proporcionen la energía potencial suficiente, y más teniendo en cuenta el muy posible mejoramiento de las propiedades mecánicas del sistema. Según las dimensiones del tambor, la frecuencia de remontaje es de una vez cada 40 a 55 horas, dependiendo ello del tipo de soga empleado. Eso, en el rodaje A. Para la sonería prevemos una frecuencia doble, aunque no descartamos artificio de poleas para duplicar o triplicar el período, dependiendo ello exclusivamente de la relación peso/resistencia. Los resultados tienen la última palabra.

En todas cuantas operaciones se efectúen en este reloj, habrán de adoptarse extremas precauciones: estacado blando de las piezas, nunca sujetas con mordazas duras; calentamientos uniformes y muy graduales que en ningún caso produzcan tensiones indeseables, si no hay más remedio que recurrir a tratamientos térmicos; evitación de erosiones y otros procedimientos destructivos y, en general, un trabajo basado en buenos criterios de restauración, que con frecuencia proceden más del sentido común del artesano que de las normas académicas del técnico, siendo precisos ambos para la feliz culminación de la empresa.

En cuanto a los elementos sonoros, hay que decir que contamos con dos campanas y un campanil. La campana norte, más esbelta, lleva la inscripción "Hízose siendo cura D.  Miguel de Fuentes, i mallordomo D. Manuel Tarín, año 1746". No hemos investigado todavía la procedencia de su impronta, aunque sospechamos que pudo haberla fundido Alejandro Gargollo, que muere en 1770. Se trata del más famoso campanero español, autor de la campana de la Catedral de Toledo. Sí tenemos constancia del autor de la campana sur, ya que lleva la siguiente inscripción: "Siendo cura D. Esteban Segura Ferrer Gargollo me hizo en Cuenca. Año de 1813". Se trata, seguramente, de Gregorio de Gargollo, sobrino de Alejandro, que trabajó por la zona y se encontraba fundiendo una campana para la Catedral de Sigüenza en 1817. Ambas han sido recientemente restauradas. No hemos accedido al campanil.

Hemos de agradecer todo cuanto de bueno hay en estas páginas a los acertados consejos de D. Vicente Zorrilla Palau, del  la Universidad de Valencia, y a los profesores de la Escuela Virgen de la Merced, de Barcelona, D. Eduardo Farré i Olivé, D. José Matas Rovira, y en especial a D. Ramón Beserán Claret, a quien, en dolorosa ausencia, dedicamos este trabajo.


Volver / Menú principal