Capítulo IV

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8. BLÁZQUEZ, Joaquín.- "Teólogos españoles del siglo XVI. D. Francisco de Mendoza (1508-1566). Su doctrina acerca del Cuerpo místico", en R.E.T, 4 (1944), págs. 257/313.

Síntesis bastante completa de la vida del ilustre cardenal, segundo hijo de los marqueses de Cañete y nieto de los marqueses de Moya, aunque carga las tintas, lógicamente, en los aspectos puramente teológicos y doctrinales. Nos descubre no obstante la faceta cortesana del prelado, que llega a convertirse en uno de los más firmes paladines de la política imperial: se enfrenta enérgica y públicamente a varios papas, e interviene activamente en el juego de influencias previo a la elección de dos de ellos, asuntos bien documentados en este trabajo, además del desempeño de diferentes cargos por designación directa del emperador, como gobernador de Faenza, de Sena, y otras misiones de importancia: se encargará también, como sabemos, de conducir hasta la corte a Isabel de Valois en 1560. Hija de Enrique II de Francia y Catalina de Médicis, había casado por poderes con Felipe II, en París. Para su labor al frente del obispado de Burgos, véase López Martínez, “El Cardenal Mendoza”. Hace Blázquez un balance ajustado de su producción literaria, en su mayor parte no impresa, centrándose en "De naturali cum Christo unitate", polémico escrito de Mendoza contra la tésis de Ecolampadio, que negaba la presencia de Cristo en la Eucaristía. No se pronuncia Blázquez sobre el supuesto erasmismo de D.Francisco, aunque sí Eugenio Asensio, véase "El erasmismo y las corrientes espirituales afines", en R.F.E., tomo XXXVI, Enero-Junio de 1952, pág. 63, y Marcel Bataillon, "Erasmo y España", págs. 338/339, comentando someramente sus "Constituciones y actos de la Sancta Synodo del Obispado de Coria", año 1537, y poniendo de manifiesto sus estrechas relaciones con varios de los más importantes heterodoxos del momento, como Vives, Alfonso de Valdés y el propio Erasmo, que le considera, con sólo 20 años, uno de sus mejores apoyos en España, sin olvidar al Dr. Laguna, a quien Bataillon, como se sabe, cree autor del magnífico "Viaje de Turquía", ni al eximio grupo de la Universidad de Salamanca, pág. 656, o a Martín Laso de Oropesa, de quien ya hemos hablado. Es también protector de Alejo Venegas, autor de "Agonía del tránsito de la muerte", Alcalá, 1565, véase el discurso preliminar, pág. XV, en “Escritores Místicos Españoles”, N.B.A.E., tomo XVI, quien también le dedica su muy conocido "Primera parte de las diferencias de libros que ay en el universo...", Toledo, 1540, donde incluso alude a una dependencia económica del cardenal. Hay que decir que sufre Bataillon un pequeño error en la identificación del personaje, págs. 338 y 656, al confundirlo con su tío el obispo Bobadilla, también maestrescola de Salamanca aunque anterior a él. Surge el error del hecho bastante curioso de ser conocidos ambos prelados por el mismo nombre, Bobadilla, para evitar otras coincidencias, quizá, con diferentes prelados Mendoza, véase González Dávila y Beltrán de Heredia. Sería su condición reformista lógica consecuencia, por otra parte, de su función política en el seno de la iglesia, claramente identificado con la facción más proclibe al emperador, véase Hubert Jedin, "Historia del Concilio de Trento", Pamplona, 1972/1982, 4 vols., en especial el primer período (1545-1547), y la etapa de Bolonia (1547-1548), así como un análisis general del tema en el tantas veces recurrido libro de Marcel Bataillón, no apto para una lectura reposada: se engulle con pasión devoradora. También parece clara la opción jesuítica del cardenal, que era además amigo personal y benefactor de San Ignacio, y enfrentado a Melchor Cano en estas cuestiones. Se fundan por iniciativa suya los colegios de la Compañía de Jesús de Salamanca, Burgos y Sena. Debe completarse con la reseña de la edición del "De naturali cum Christo unitate", Roma, 1948, en R.E.T., X, 1950, págs. 433/439, a cargo del mismo autor, que presta gran atención a la influencia metodológica de Francisco de Vitoria. Véase también nuestras notas al “Tizón”, en Mendoza y Bobadilla.


9. CABAÑAS GONZÁLEZ, Mª Dolores.- "Notas sobre los monederos de Cuenca en el siglo XV", en ELEM, II. Estudios en memoria del profesor D. Salvador de Moxó. 1982. Págs. 183-209.

Expone muy bien las tensiones entre la autoridad municipal y los monederos. En 1465 Andrés Cabrera es tesorero de la ceca, aunque delega en Rodrigo de la Fuente, que se ausenta en Julio de 1471 para entrevistarse con él, momento en que los regidores de Cuenca irrumpen en la casa de moneda para efectuar una inspección, encontrando irregularidad en el peso del riel de plata, no habiendo a la postre cargos contra Cabrera. Todo ello hace suponer la dirección efectiva de la casa de moneda de Cuenca, a pesar de encontrarse en Segovia, donde ocupa el mismo puesto de tesorero, además de la posible connivencia real en el fraude detectado. Ver Mª Asenjo, pág. 352. Su tío Fernando de Madrid, y su primo Gonzalo de Madrid, monopolizan la alcaldía de la ceca de Cuenca, pág. 196 de este artículo. Nótese que alcalde y tesorero de la ceca son dos cometidos muy diferentes. Véase al respecto J. Lluis y Navas Brusi, "Notas sobre la legislación y organización de las cecas de Juan II y Enrique IV", en AMPURIAS, XIII, 1951, págs. 135/152, alcaldes de ceca, en pág. 141, y organización general en págs. 147 y ss.

10. CAMPOS, Federico.- "Más en torno a las pinturas rupestres de Selva Pascuala", en OFENSIVA, nº 2561 (4/7/57). Ver también el nº 2561 (2/8/59), "Una riqueza artística que desaparece: las pinturas rupestres de Villar del Humo", sobre los estragos causados por vándalos en las pinturas de la Peña del Escrito. “Un santuario prehistórico en la selva de Selva Pascuala", en nº 2931 (12/10/60). "De arqueología. Necrópolis conquenses de la antigüedad", en nº 1792 (13/12/56), sobre hallazgos en Pajaroncillo, Carboneras, Pajarón y Reillo. "Investigando en el pasado (La cueva de Arampolo)", en nº 2587 (2/9/59). "El neolítico y el comienzo de los metales en la Serranía de Cuenca", en nº 2648 (14/11/59), sobre restos hallados en Carboneras, Pajaroncillo, Valera de Abajo y Reillo. Véase también "En Carboneras se encuentra un poblado neolítico", en el nº 2033 (20/11/57), en que vuelve a ocuparse del Cerrito de la Arena, Carboneras. En el nº 2395 (20/1/59), hay una entrevista, en la que explica sus diferentes trabajos. "Carboneras durante la época romana. La ciudad enterrada", en nº 2772 (8/4/60).


11. CASTAÑEDA y ALCOVER, Vicente.- "La biblioteca del Marqués de Moya", en Anuario del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, Madrid, 1934, vol. I, págs. 301/320. Se trata de la R.A.B.M.

Es la biblioteca personal de D. Francisco Pérez de Cabrera y Bobadilla, V Marqués de Moya, humanista, científico y académico. Iniciada por Juan Cabrera, II marqués de Moya, y a la postre absorbida por la biblioteca de Villena, de la que ya hemos hablado, podría muy bien tratarse de la más hermosa joya tipográfica de las bibliotecas privadas españolas, por su contenido temático, y por la primorosa encuadernación a cargo de "Juan de Sarriá, mercader de libros, vecino de la villa de Alcalá de Henares". Armonioso conjunto adquirido casi totalmente en Medina del Campo a finales del siglo XVI, del famoso Benito Boyer, lionés afincado allí hacia 1560, que es el más importante librero en la España del siglo XVI, véase "La librería de Benito Boyer. Medina del Campo, 1592", Junta de Castilla y León, 1992, de V. Bécares y A. Luis Iglesias, con análisis e inventario, en el que reconocemos algunas ediciones que también estaban en la biblioteca del marqués de Moya, de cuyas características externas tuvimos noticia por Cristóbal Pérez Pastor, "La imprenta en Medina del Campo", pags. 462-464, en base a un protocolo de Juan de Carmona, 1592. Muy interesados en sus contenidos, podemos avanzar que se trata del vehículo más seguro para penetrar en el análisis detallado del panorama cultural del siglo XVI. Ampliamente dotada de libros científicos, constituye prueba y testigo del mejor momento de la erudición española en las artes físicas y matemáticas. Una larga serie de elementos desoladores del saber impondrían posteriormente su ley fatal: el desprecio por las artes aplicadas y la experimentación; el temor y la desconfianza en el procedimiento inductivo, y la ciencia; la vana pretensión de saberlo todo ya que otorgan la ignorancia y el fanatismo religioso; la existencia de una oligarquía timorata, indolente y esclerótica; la general propensión al nihilismo de un pueblo más inclinado a la fe, que a la razón; sistemas políticos próximos a la teocracia; la ausencia de individualidades de altura filosófica y científica, y en su lugar una parva de teóricos de cafetín; el aislamiento cultural por decreto, etc., etc. Discreta exposición de este problema nos aporta "La polémica de la ciencia española", Madrid, 1970, y noticia de la producción científica española de la época, el clásico de F. Picatoste y Rodriguez, "Apuntes para una biblioteca científica española del siglo XVI", Madrid, 1891, extensa relación de obras científicas, muchas de las cuales están en la Biblioteca del marqués, que debía poseer amplios saberes a juzgar por las notas al margen que encontramos en libros muy complicados de astronomía, matemáticas, mecánica, relojería y ciencias aplicadas. Predominan, no obstante, las ediciones extranjeras: Paris, Venecia, Roma, Amberes, etc. De todos modos, el mejor estudio de la ciencia española del período es el de José López Piñero en su "Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII", ya citado, que debe completarse con los vols. XXIII, XXVI Y XXIX de CUADERNOS VALENCIANOS DE HISTORIA DE LA MEDICINA Y DE LA CIENCIA, Serie C, bajo el título "Los impresos científicos españoles de los siglos XV y XVI. Inventario, bibliometría y thesaurus", del magnífico equipo de López Piñero.

La clara inclinación de D. Francisco a las artes no puramente humanísticas hace del marqués un posible candidato a promotor del reloj de la villa, asunto al que tarde o temprano daremos una respuesta. Pero si la máquina fue construida a principios del XVII (el V marqués de Moya muere en 1627), debió ser luego reformada, ya que sólo en la segunda mitad del siglo se incorpora a los relojes el mecanismo de regulación por péndulo, que inventa Christian Huygens en 1656, como es bien sabido, véase lo que decimos de este asunto en Saez Fernández, cap. III de esta relación, y detalle del ingenio en "El reloj de la villa", en esta misma página, TRADICIONES. Fue D. Francisco persona influyente en la corte, y muy conocido por su erudición, siendo asiduo a las sesiones de la Academia de Matemáticas que fundara Felipe II, según Ginés de Rocamora y Torrano en su "Sphera del Universo", Madrid, 1599, cap. I, fº 6v, ".. Francisco Pacheco, Marqués de Moya, espejo de virtud, y cavallería, que sabe tan exprofesso estas ciencias como si hubiera de valerse de solo ellas..". Referencia de esta ilustre pero efímera institución, que demostró elevado nivel y gran actividad, tenemos en los Apuntes de Felipe Picatoste, págs. 146/151, a propósito de Juan de Herrera, y en López Piñero, Ciencia y Técnica, págs. 104/106, con bibliografía, donde también se analiza el pobre papel de la nobleza española en el desarrollo de las ciencias, págs. 67 y ss., lo que convierte a nuestro personaje en feliz excepción. Es objeto de la dedicatoria del Capitán Cristóbal Rojas en el prólogo a su famosa "Teoría y práctica de Fortificación", Madrid, 1598, y la ya citada del murciano Rocamora y Torrano, pero ninguna obra escrita de envergadura nos ha dejado, o no sabemos de ella. Vivió seguramente en Moya, y puede admirarse el resto más numeroso de su hermosa colección en la Biblioteca Heredia-Spínola, aunque hasta la fecha hemos rastreado libros suyos en lugares tan insospechados como el Museo Lázaro Galdiano y la Hispanic Society de Nueva York, a donde llegaron de la mano de Archer M. Huntington, egregio hispanista. Merece la pena citar que fue adquirida por el librero Pedro Vindel, y vendida a varios de los más afamados bibliófilos de la época, como el Marqués de Jeréz de los Caballeros y Sancho Rayón, bibliotecario del Ministerio de Fomento, que adquirió la partida más grande, procedente de la venta de la duquesa de Frías en 1893, para el Marqués de Zabálburu, padre de la condesa Heredia-Spínola. Hay varias fuentes impresas que nos traen la castiza anécdota de la compra de estos libros, evento que narra Castañeda. Recomendamos a bibliófilos locos la lectura de ésta y otras aventuras en la obra de Francisco Vindel (Paul Cid Noé), en esta relación. Ver semblanza del V Marqués de Moya en Pinel, págs. 335/336. Tal parece que la pasión por el saber en general, y las ciencias en particular, fue una de las constantes patrimoniales de la casa Moya/Villena. Ver Gregorio de Andrés.


12. CIRAC ESTOPAÑÁN, Sebastián.- "Moriscos de Granada en la Diócesis de Cuenca, año 1589", en CUENCA, nº 7, 1975; págs. 27-34. Datos estadísticos obtenidos del Recuento de 1571 para la distribución de moriscos.

13. COMISIÓN DIOCESANA DEL PATRIMONIO.- "El protogótico en Cuenca", en OLCADES, vol.II, fasc. 11, pags. 193-212. Carboneras, en pág. 194.

14. CONTRERAS, Juan de (Marqués de Lozoya).- "La casa de los Marqueses de Moya (Segovia)", en B.R.A.H., tomo CXXXII, 1953; págs.15-18.

Se trata de uno de los más notables edificios de Segovia, y probablemente la casa mejor fortificada de la ciudad, expresamente acondicionada para defenderse de un medio hostil. Da cuenta Lécea en su “Licenciado Peralta”, pág. 27, de un detallado informe enviado a la Real Academia de la Historia en 1867 con motivo de la demolición del arco de San Juan, de cuya puerta formaba parte la casa. Es fácil encontrar referencias de este edificio tan singular, hoy de carácter privado aunque justamente protegido por el Patrimonio. Construida en el siglo XIII sobre uno de los cubos de la muralla, pertenece a mediados del XV a Pedro Machuca de la Plata, tesorero de la casa de la moneda, y luego a Juan Pacheco, el Villena, los Cáceres y, por fin, a los Cabrera. Alberga por unos años el primer tribunal de la Inquisición, y es atacada y parcialmente destruida varias veces en la turbulenta historia segoviana. Tenemos constancia de que se conserva prácticamente igual que era en el siglo XVI.

15. DOTOR, Angel.- "Castillos (Guadalajara-Cuenca)", en Rev. Geográfica Española, nº 27, Madrid, s/f. Cuenca, en págs. 55/80. Moya en la pág. 78. También, Cañete, Alarcón, Huete, Uclés, Belmonte y Garcimuñoz.

16. ESPOILLE DE ROIZ, Mª Emma.- "La repoblación de la tierra de Cuenca, siglos XII a XVI", en A.E.M., 12, 1982. A. 1º S.I.H.C., Septiembre, 1977; págs. 205-239.

Se detiene el primer impulso repoblador en el S. XIII, a partir de la campaña de Fernando III en Andalucía, y da comienzo un período de afianzamiento señorial. Incluye un cuadro sinóptico de los lugares de la tierra de Cuenca muy ilustrativo, y aporta bibliografía y fuentes. Ver Y. Álvarez Delgado, y Reina Pastor de Tagneri.

17. ESTADO MAYOR DEL EJÉRCITO, Cuerpo de.- Extraído de la "Narración militar de la Guerra Carlista de 1869 a 1876".

"La Guerra carlista, I. Primeras correrías", en OLCADES, 1981, fasc. 7, págs. 15-26. Las acciones de Santés y Cucala en Moya y otros núcleos de la zona al inicio de la guerra.

"La Guerra Carlista, II. La serranía, un feudo Carlista", en OLCADES, 1981, fasc. 8, págs. 69-84. Moya, refugio y cuartel de Santés.

"La Guerra Carlista, III. El saqueo de Cuenca", en OLCADES, 1981, fasc. 9, págs. 107-122.

18. FERNÁNDEZ, Mª Cristina; y GARCIA MERCHANTE, Joaquín.- "Los topónimos geográficos y los apellidos conquenses", en OLCADES, vol. III, fasc. 16, 1983; págs. 174-179. Curioso análisis de procedencia a partir de las listas de candidatos a eleccciones municipales de 1983.

19. FRANCO SILVA, Alfonso.- "El destino del patrimonio de Don Alvaro de Luna. Problemas y conflictos en la Castilla del siglo XV", en A.E.M., 12, 1982; págs. 549-575.

Interesante relato de cómo llegó a heredar don Álvaro importantes posesiones en Moya a través de la rama Albornoz, vía María de Albornoz, su prima, hija de D. Juan de Albornoz, hijo y heredero de Gómez García, heredero del cardenal D. Gil.


20. GARCÍA ARENAL, Mercedes.- "Los moriscos de la región de Cuenca según los censos establecidos por la Inquisición en 1589 y 1594", en HISPANIA, nº 138, 1978; págs. 151/199.

Se hacen a lo largo del siglo XVI una serie de censos y recuentos cuya finalidad es fundamentalmente fiscalizadora de la ortodoxia religiosa del pueblo. Estos son: 1528-36, 1552, 1561, 1571, 1581, 1587, 1587-89, 1591 y 1596-97. Se trataba de obtener datos que permitieran desparramar la población conversa irreductible, sea cual fuere su procedencia religiosa, ver "La población española al comienzo de los tiempos modernos", de Felipe Ruiz Martín, en CUADERNOS DE HISTORIA, nº 1, 1967, págs. 189/202. A finales de siglo, agravado el problema morisco, se realizan varios de esos recuentos para la distribución de moriscos, entre 1570 y 1597. Tenemos, en concreto, el Recuento de 1571, cuya documentación original se encuentra en el A.G.S., Cámara de Castilla, legs. 2159 a 2162, con copia resumida en la R.A. de la Hª (Marquesado de Moya: 80 parroquias, 9.481 vecinos, y 254 moriscos), amplio estudio en "Geographie de l`Espagne Morisque", de H. Lapeyre, o bién, J. Caro Baroja, "Los moriscos del reino de Granada". Se hizo este censo para proceder al reparto por parroquias de los moriscos recientemente expulsados del reino de Granada, y lo realizan los corregidores y alcaldes mayores. Sigue otro recuento en 1581, A.G.S., Cámara de Castilla, legs. 2159 y 2160; otro en 1587, llamado Censo de los Obispos, confeccionado por los párrocos, A.G.S., Patronato Eclesiástico, legs. 135 a 138, y el 161; otro más en 1587-1589, hecho también por los párrocos a pedimento de los comisarios del Santo Oficio, A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2196, los originales de Cuenca, en el Archivo Diocesano, libro 210, "Lista de los moriscos que del Reino de Granada se repartieron en las ciudades, villas y lugares de esta diócesis ...., año de 1589". Por fín, otro censo, inédito y desconocido, del que sólo hay copia en el A.D. de Cuenca, el de 1594, que centra el trabajo de García Arenal, que nosotros no conocemos y parece ser el más importante de todos en opinión de la autora. Fué realizado por los Tribunales del Santo Oficio. Todos los reseñados anteriormente están publicados, bien por Tomás González, "Censo de población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla", Madrid, 1829, o por H. Lapeyre, ya citado. No así el de 1594, del que no hay copia ni siquiera en el A.G.S., aunque, según la autora, existe un manuscrito en la Biblioteca Nacional, recopilación o resumen de los datos del censo de 1594, llamado "Relación y catálogo de los moriscos que se hallan en los lugares de los obispados de Cuenca y Sigüenza y priorato de Uclés, distritos del Santo Oficio de la Inquisición de Cuenca", que no hemos encontrado. Para un estudio más completo del tema, remitimos a "Los moriscos de los distritos de la Inquisición de Cuenca", Madrid, 1976 tesis doctoral de la autora, que no conocemos, o su libro "Inquisición y moriscos. Los procesos del tribunal de Cuenca", Madrid, 1983.

21. GARCÍA BERLANGA, Fidel.- "El trajín caminero en las rentas y posadas de la Manchuela", fragmentado, en OLCADES, vol. III, fasc. 16, 1983, págs. 180-192; y fasc. 17-18, 1983, págs. 193-202.

Seguimiento de itinerarios, posadas, posaderos, posaderas, etc., a partir de fuentes que conviene consultar, como P. Juan Villuga, "Repertorio de todos los caminos de España", Medina del Campo, 1546, y diferentes mapas como el Atlas del Itinerario descriptivo de España y otras, preferentemente orientado al entorno de la Manchuela, que limita al E. con Requena y Utiel, al S. la Roda y San Clemente, al N. la Serranía y al O. la Alcarria.