Capítulo III

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56. MUELAS ALCOCER, Domingo.- "Carboneras y la Santa Hijuela". Cuenca, 1958; 200 pags., 4º.

Interesante resumen basado en las fuentes clásicas, sin más, como la “Historia de la Orden de Predicadores”, de H. del Castillo/Juan López. No se plantea varios aspectos pendientes, poco o nada investigados, como la impronta dominica de los primeros marqueses de Moya, o el estilo y autoría del convento.

57. MUÑOZ DE ROCATALLADA, Carmen (Condesa de Yebes).- "La Marquesa de Moya, 1440-1511". Publicaciones del Consejo Cristobal Colón. Madrid, 1966; 84 págs., 4º.

Trabajo sencillo y modestamente documentado, aunque muy digno. Debe tratarse de un libro de muy escasa tirada, que fue difícil encontrar. Fue Dª Beatriz un personaje de novela, trasplantado por la fuerza de los hechos al primer plano de una realidad vibrante. Fernández de Oviedo, Martir de Anglería, Marineo Sículo, Santa Cruz y otros que la conocieron nos hablan de sus virtudes raciales, de entre las que destaca la fidelidad a su Reina Madre, que acostumbraba llamarle La hija Marquesa, lo que no deja de ser una ironía, ya que Isabel era 10 años más joven. A decir verdad, hay un lapsus no del todo aclarado en estas relaciones, y es a raíz del casamiento de Isabel, en 1469: parten Beatriz y Mencía de la Torre para Coca, con el rey Enrique, dando la impresión de abandono de la infanta en un momento tan delicado para evitar las iras de su hermano, que no aprueba semejante unión, véase Zurita, tomo VII, libro XVIII, cap. XXIV, lo que aprovecha Palencia para arrojar sobre la Bobadilla el estigma de la traición, Década II, libro II, cap. I, que Pinel, ¿cómo no?, rechaza de plano, Retrato, págs. 126 y 127. Eran, en efecto, difíciles momentos para Isabel. Poco después de la designación de Guisando se plantea con fuerza la cuestión del matrimonio y no faltan pretendientes. Es uno de ellos Alfonso V de Portugal, hermano de la reina Juana; otro es Carlos, duque de Berry, hermano del rey de Francia; otro, el futuro Ricardo II de Inglaterra, y por fin, Fernando de Aragón. Duda Enrique entre los dos primeros (luego se decantará por el portugués) en contra de los deseos de la infanta que, temiendo seriamente por su seguridad, huye de la Corte y se refugia en Madrigal de las Altas Torres, donde al fin se impone la opinión del arzobispo Carrillo, que pertenece al partido aragonés, consumándose el matrimonio con Fernando el 19/10/1469 en Valladolid, aunque sin la presencia de Beatriz, circunstancia que intenta justificar Pinel y Monroy, libro I, cap. XVIII, en nuestra opinión, de forma conviccente. Esta temible decisión producirá la revocación del Tratado de los Toros de Guisando, la proclamación de Juana, y la ruptura definitiva con Isabel, ya que el voluble Enrique no volverá a poner en duda los derechos de su hija ni siquiera después de la reconciliación de Segovia de 1473. Véase un buen resumen de todas estas cuestiones en "La sucesión de Enrique IV", por Mª Isabel del Val Valdivieso, en Espacio, Tiempo y Forma, III-4, 1991, págs. 43/78, con varios documentos directamente relacionados con Andrés Cabrera. No obstante, hay todavía buena dosis de conjetura sobre el papel de Beatriz en este asunto. No daba muestras la Providencia de querer ayudar a la princesa, como hiciera dos años antes al ser pretendida por Pedro Girón, Maestre de Calatrava, renombrado episodio en el que, esta vez sí, la Bobadilla demostró su fidelidad, véase Garibay, libro XVII, cap. XV, y Mariana, libro XXIII, cap. IX. La evidencia de una toma de partido contraria a los intereses reales habría colocado al matrimonio en muy delicada postura. En efecto, en octubre de 1470 ha de jurar Andrés el acatamiento general a Juana después de sus esponsales con el duque de Berry en Campo de Santiago, aldea del valle del Lozoya, Buen Vassallo, libro I, cap. XX, valioso botín que luego exhibirá La Beltraneja en su manifiesto de 1475, infructuosamente, véase Zurita, Anales, libro XIX, cap. XXVII.

Existe también la versión fatal de la marquesa de Moya, que nos trae, no podía ser otro, Alonso de Palencia, quien la conoció personalmente y no se recata en atribuirle relaciones adúlteras aun tratándose de pretendientes que, como ella, gozan del pleno favor e intimidad de la reina. Mas, aunque supiéramos hasta el último secreto de su vida, es difícil ponerse de acuerdo en el análisis del personaje. En lo que respecta a sus relaciones con Moya, no parece que fueran de lo más cordiales, ver "Cuarta década de Alonso de Palencia", Libro XXXIII, cap. IV, "...los vecinos de Moya, maltratados por la autoritaria aspereza de Beatriz de Bobadilla conspiraron para retornar al amparo de la autoridad real, una vez que lograron sacudir el dominio de tal mujer", y prosigue: "(la desidia de su marido Andrés tenía a éste relegado a segundo lugar, no contando para nada ante los vecinos ni para alabanza ni para vituperio)...". Amplia referencia de los Bobadilla tenemos en Pellicer, "Informe de los Sarmiento", ff 86v a 89v, de donde obtiene datos Pinel y Monroy, que completa con la Crónica de Juan II, López de Haro, Zurita, Pulgar y Nebrija, en el lib. I, cap. XII, pág. 89 y ss. del Retrato. Ver Col. Salazar, Varios, tomo VII, ff 217/218, y tomo IX, fº 136. Hay también documentada referencia de los Bobadilla en García Carraffa, Enciclopedia Heráldica, tomo XVII, y un completísimo árbol genealógico en A. Cioranescu, "Colón y Canarias", pág. 124, véase Rumeu de Armas.

Hay que suponer con bastante fundamento que el Marquesado de Moya fue para los Cabrera más un feudo rentable que el hogar y refugio de sus vidas, ver María Asenjo, Pilar Molina Gutierrez, y Pilar Rábade Obradó, aunque, ironías del destino, allí están ahora, y seguramente allí estarán siempre. La relativamente escasa documentación que maneja la Condesa de Yebes le obliga inevitablemente a rastrear la figura de la marquesa en los personajes que la rodearon, destacando, entre los que todavía no se ha nombrado, Pedro Fernández de Bobadilla, mal hijo, monje y ladrón, pirata y almirante de la flota imperial después de haberlo sido de las galeras pontificias de Julio II y León X. Excomulgado y vuelto al seno de la Iglesia, maldito y desheredado por su padre, “Buen vasallo”, págs. 337/338. Muerto heroicamente en 1521 frente a las costas de Bretaña en defensa del pabellón imperial, y a la greña con los piratas, Mártir de Anglería, epístola 755 al Canciller de Milán. Novelesco personaje cuyos retazos de vida aventurera nos acercan al Pánfilo de los "Tres coloquios" de Erasmo, 1528, nada insólito en su época aunque, moral cristiana por medio, el de Rotterdam lo cita como ejemplo de existencia desordenada. Llama la atención, en primer lugar, la circunstancia de ser el único hijo que no carga con el patronímico Cabrera, sino con el materno Fernández de Bobadilla, Pinel, pág. 337. Luego, su vida oscura hasta la fuga del convento, a la que sigue una azarosa aventura corsaria, y concubinaria. Si tenemos en cuenta que nace en 1486, véase el “Cronicón de Valladolid”, en fin, no es descabellado suponer en Pedro al hijo adulterino de Beatriz. Avala esta sospecha, por otra parte, el duro trato a que fue sometido por su padre: lo encierra dos años en una jaula, racionado y sólo, le aparta de la herencia y le asigna 500 ducados, Pinel, págs. 330 y 337. Un ilustre personaje es el más posible candidato a progenitor: el Cardenal Mendoza, de cuyas relaciones con la marquesa nos hablan Palencia, Década III, libro XXVII, cap. III, y los papeles de Vargas Ponce, Real Academia de la Historia, donde puede verse también el Ms. 9/234, fº 386 y ss., Col. Salazar, atribuido a A. Téllez de Meneses, y otras variadas referencias que acostumbran a trasladar los datos de A. de Palencia. No resulta difícil suponer el cariño de Beatriz por el hijo pródigo, como madre, y como mujer, máxime teniendo en cuenta que debió ser el menor de todos. Si esta conjetura llegara a probarse algún día, no haría más que aumentar nuestra admiración por este recio carácter, rebelde mujer. Tres hijos conocidos tuvo el Cardenal de España: uno, con doña Inés de Tovar, dama de la reina Isabel, y dos con doña Mencía de Lemos, prima de doña Guiomar de Castro, manceba del rey Fernando, a los que la reina llamaba, no sabemos si resignada o jocosamente, "los dos pecados de mi cardenal", uno de los cuales fue don Diego Hurtado de Mendoza, marqués de Melito, abuelo de la Princesa de Eboli.

Parece éste el lugar apropiado para traer a colación el citado "Cronicón de Valladolid", que nosotros conocemos por la edición de P. Sáinz de Baranda, Madrid, 1848. Valiosísimo documento que aporta, definitivamente, segura noticia de la privilegiada posición que Beatriz y Andrés ocupan en la corte de los Reyes Católicos, en especial si comparamos sus escasos pero muy significativos datos con, por ejemplo, el conocido trabajo de Rumeu de Armas, "Itinerario de los Reyes Católicos", Madrid, 1974, pues además de la entrevista y reconciliación de Segovia, pág. 84; la proclamación, pág. 87, y la entrada de la corte en pleno en Valladolid el año 1475, presente A. de Cabrera, pág. 91, sabemos del nacimiento de Beatriz, la hija ausente de las crónicas, que Pinel y Monroy desconoce, el 26/10/1483, domingo a las 10 de la mañana en Pontedura, lugar entre Aranda de Duero y Santo Domingo de la Calzada, mientras los reyes y su consejo están en la cercana Vitoria; el 13/1/1485 a las 11 de la noche nace Juana en Sevilla, donde también se encuentran los reyes y su consejo; el 16/7/1486 nace Pedro en Jaén mientras los reyes y su consejo están en Córdoba; el 12/2/1492 tiene lugar la boda de María con Pedro Manrique, conde de Ossorno, nada menos que en la Alhambra de Granada, con presencia de los reyes, que muy bien pudieron ser padrinos de boda, en medio del general regocijo por la toma, que ha tenido lugar sólo un mes antes, véase lo que decimos a propósito de esta boda en Molina Gutiérrez. Expresa magníficamente la Condesa de Yebes este penoso ir y venir cuando dice "La Corte trashumante, siempre en movimiento de una punta de España a la otra, tan sólo se detiene en alguna villa el tiempo necesario para que la Reina diera a luz. También Beatriz tuvo una numerosa prole. No se aparta de su señora; la deja el momento justo de nacer sus hijos, para volver a emprender la marcha en mulo o, a veces, en litera, por los ásperos caminos castellanos. Asombra la bravura de estas mujeres", pág. 53. Queda de manifiesto en el cuadro comparativo hecho anteriormente que Andrés, del Consejo Real, no le iba a la zaga, aunque, claro está, entonces como ahora, es más difícil ser mujer. En cuanto a la Bobadilla, ver el epitafio que le dedica Pinel y Monroy, págs. 328 y 329. No hay vestigio, por ahora, de ningún escrito autógrafo de nuestra marquesa, aunque conocemos las Coplas del Nascimiento, que hizo por mandado de la marquesa de Moya el franciscano y poeta preferido de la reina Isabel, Fray Ambrosio de Montesinos, véase "Antología de poetas líricos castellanos", tomo III, de M. Menéndez y Pelayo, Santander, 1944, págs. 56/72, y transcripción de las coplas en la edición del mismo nombre, tomo IV, Madrid, 1893, págs. 300/305, que bellamente comienzan:

¿Quién os ha mal enojado

mi buen amor?

¿Quién os ha mal enojado?...

y terminan:

Dios, tu trono siempre oya

a la marquesa de Moya,

pues tu padre acá por joya

se nos dió

de remedio más probado.


58. MUÑOZ Y SOLIVA, Trifón.- "Historia de la muy Noble, Leal e Inclita Ciudad de Cuenca, y del territorio de su provincia y obispado, desde los tiempos primitivos hasta la edad presente". Cuenca, 1866-67; 2 vols., 4º.

Muy discutible historia por su tono argumental, encendido y preñado de aventuradas suposiciones en la parte correspondiente a la España Antigua, pero difícilmente superable en el aspecto informativo. Llena de noticias del mayor interés, que Don Trifón ha consultado en sus fuentes aunque acostumbre a hurtarnos su procedencia, advirtiéndose claramente la utilización de las Memorias, de Mateo López, por ejemplo.

59. MUÑOZ Y SOLIVA, Trifón.- "Noticias de todos los Ilmos. Señores Obispos que han regido la Diócesis de Cuenca, aumentadas con los sucesos más notables acaecidos en sus pontificados ...". Cuenca, 1860; 580 págs., 4º. Magnífica recopilación de datos del mayor interés, cuyo detalle produciría un comentario extensísimo.

60. ORELLANA, Francisco José.- "Isabel Primera". Barcelona, 1867, 3 tomos en 2 vols. Novela histórica nostálgica y encendida de pasión isabelina, inevitablemente plagada de anacronismos, con presencia constante de los fieles y enardecidos marqueses de Moya.

61. PALACIOS MARTIN, Bonifacio.- "La frontera de Aragón con Castilla en la época de Jaime I", en "Jaime I y su época, 1 y 2". X Congreso de Historia de la Corona de Aragón. Zaragoza, 1976; págs. 475-495.

62. PALOMERO PLAZA, Santiago.- "Las vias romanas en la provincia de Cuenca". Dip. Provincial de Cuenca, 1987; 333 págs.

Buenos planos, con obras de fábrica, yacimientos, fuentes epigráficas, etc. Ver lo que se dice de nuevos caminos, S. XV, XVI y XVII. Repaso de fuentes y bibliografía interesante. Puede completarse con "Bases para el estudio de las vias de comunicación romanas en la actual región castellano-manchega", en Actas del I Congreso de Historia de Castilla la Mancha, Tomo IV, págs. 151/160, del mismo autor.


63. PALOMERO, S.; y TROCAL, Enrique.- "Índice bibliográfico de la provincia de Cuenca". Folleto de la exposición "La cultura de Castilla la Mancha y sus raices". Cuenca, 1984.


64. PEINADO PALACIN, Emiliano J.- "Moya en la historia de España". Landete, 1978. 102 págs., 4º.

Voluntarioso y localista. Ha leído a Muñoz y Soliva, de quien traslada algún error, y ofrece datos de la Colección Andrés, aunque no lo indica. Conoce sin duda la tesina de A. García Pérez, y el trabajo de Sáez Fernández y Muelas, de 1969. Es, en términos generales, la historia de Moya más modesta que tenemos. No obstante, hay que agradecerle el comentario de documentos cuya ubicación no especifica, muchos de ellos pertenecientes al que podría ser archivo familiar de los Peinado a juzgar por las abundantes referencias a uno de los apellidos más ilustres de Moya.

65. PRIETO CARRERO, J. Luis.- "Estudio médico-antropológico de Moya (Cuenca)". Memoria de Licenciatura, inédita. Facultad de Medicina. Univ. de Madrid, 1986; 215 págs. Trabajo de campo de corte clásico, con datos del medio ambiente, demografía, etnología, etc. Paleopatología y antropometría a partir del material obtenido en las excavaciones de la villa.

66. PROYECTO DE TRANSFORMACION DE LA BIBLIOTECA PUBLICA MUNICIPAL FRAY DOMINGO CORONADO, DE LANDETE (CUENCA), PARA LA CREACION DE UN CENTRO DE DOCUMENTACION HISTORICA DE LA TIERRA DE MOYA.- Landete, 1993; 33 págs. Trabajo inédito. Grupo de Investigación de Moya.

Estudio de mínimos para la creación de un centro de dinamización cultural articulado en torno a un centro de documentación, y fondo local. Principio indispensable para el inicio de un estudio sistemático de todos los aspectos culturales de la zona. Persigue este trabajo, entre variados objetivos, la formación de un fondo local, bibliográfico y documental, que permitiera, siquiera por aproximación, la recuperación del viejo archivo de Moya recurriendo a métodos reprográficos, sin renunciar a la obtención de todo el papel del viejo archivo, hoy diseminado y en manos privadas. Nuestras particulares pesquisas nos han llevado al conocimiento de alguno de los actuales poseedores de documentos. Constituye el caso más notable lo que en adelante vamos a llamar COLECCION ANDRES, importante fondo documental en poder de una de las más significadas familias de la reciente historia de la Villa, que es seguramente el resto más voluminoso del archivo, de donde fue tomado a principios de siglo. Conservado gracias al buen criterio de uno de los últimos vecinos de la Villa y de sus descendientes, que lo han considerado patrimonio esencial de sus mayores, tenemos de él referencia gracias a varias fuentes impresas, como "Pueblos de mi Cuenca", de Real Alarcón, que en 1978 dice haber visto "nueve cofres y estanterías traídas de la villa..", (pag. 183), y añade, "Allí está entre legajos de actas notariales y disposiciones de todos los alcaydes de toda la historia del castillo de Moya", y prosigue, "allí la letra menuda, microscópica, bailarina y temblorosa, imponiendo sentencias, castigos, ordenanzas, y crónicas durante siglos en tomos maltratados (sic) y olvidados". A esta preciosa información podemos añadir una cita documental de Muelas Alcocer en el trabajo de 1969, pág. 48 y nota en pág. 60, donde reproduce párrafo de un manuscrito de 1605. Tenemos igualmente buena información de la Colección Andrés gracias a la tesina de A. García Pérez, aunque exhibe documentación no catalogada y no indica la procedencia, circunstancia que debía de haber aclarado caso de tener argumentos que la justifiquen. Sin embargo, no nos ha sido posible consultar estos fondos. Tampoco han podido acceder otros investigadores. Junto con nuestro más profundo agradecimiento por la conservación de estos documentos, queremos trasladar a la familia Andrés la conveniencia de poner su archivo a disposición de auténticos investigadores, y proponemos, como la mejor de las soluciones, la entrega en bloque a una institución estatal o provincial, preferentemente el Archivo Histórico Provincial de Cuenca, donde sería convenientemente conservado y catalogado.

67. PRUNEDA, Pedro.- "Crónica de la Provincia de Cuenca", en Crónica General de España. Madrid, 1869; 80 págs., 5 láms., fol.

Libro clásico de consulta, que toma sus datos de Muñoz Soliva, y Miguel Cortés López, "Diccionario de la España antigua". A reseñar la aventura del capitán Malavia y 70 moyanos que saquean Cuenca en 1808 despues de prender al intendente y al corregidor tras la toma de la ciudad por Moncey, y otras fechorias, libro III, 2º período, cap. XII, aunque Muñoz y Soliva, pág. 486 de Obispos, atribuye el asalto a un Peinado, y su segundo Olivares, si bien rectifica en “Historia de Cuenca”, pág. 913. Véase Moncey, las cartas.

68. QUADRADO, José Mª; y LAFUENTE, Vicente de.- "Castilla la Nueva, II: Guadalajara y Cuenca". Madrid, 1853; 655 pags. y lams, fol. Colección España, sus Monumentos y Artes. Su naturaleza e historia. Ver Parte IV, cap. I: Serranía de Cuenca, en pág. 503. Es interesante consultar también, de la misma colección, "Salamanca, Avila y Segovia", por Quadrado, Barcelona, 1884.